Una filósofa, empresaria, al servicio de la lucha contra la malaria

Ginette Karire es filósofa de formación, investigadora, empresaria y fundadora de una de las primeras Casas de la Artemisia en Buyumbura en 2015 con su empresa social Karire Aceci. Una carrera atípica, impulsada por una ética de la responsabilidad y la acción al servicio de “más grande que uno mismo”. Retrato de una mujer comprometida con la lucha contra la malaria por medio de las plantas.

Esta es la historia de una joven filósofa, formada en Camerún y luego en el Líbano, que se matriculó en 2005 en un doctorado de filosofía en la Universidad Laval de Quebec. A ella le apasiona la cuestión del humanismo del Otro y la intersubjetividad para una ética de la responsabilidad. Alimentada por los escritos de Gabriel Marcel y en particular por su “Ensayo de filosofía concreta”, ella anhela rápidamente “descender de la filosofía a la vida concreta al conectarse con la realidad, con la pobreza, con la cooperación internacional, con las cuestiones reales que afectan a la vida de las personas”. Un descubrimiento que orientará su trayectoria y su vida.

De la filosofía a la cooperación internacional

Después de haber trabajado como investigadora en la Universidad Laval sobre bioética, ética médica y ética medioambiental, en 2007 fundó ACECI, una ONG centrada en la ética de la cooperación internacional. “Conocía el Norte y el Sur, pero es en el Sur donde hay mucho en juego y la realidad sobre el terreno”. Su objetivo: llevar a cabo proyectos concretos (de vuelta a Gabriel Marcel) y realizarlos en el Sur. Su ONG busca promover un auténtico desarrollo sostenible por, con y para la población local, sobre todo a través de los retos de lucha contra la pobreza, la gestión medioambiental, una economía verde y sostenible, y la promoción de la cultura y los valores sociales auténticos.

En 2010, decidió volver a Burundi e inició la campaña internacional para traducir los Objetivos del Milenio. Ginette da ejemplos, con el arte de hacer sencillas las cosas complicadas. “Luchar contra la pobreza es un buen objetivo, pero ¿qué significa? Para mí, concretamente, significa poner dinero en los bolsillos de la gente, crear ingresos y, por lo tanto, proyectos que permitan a la gente vivir”. 

 

Luchar contra la malaria por medio de las plantas

Ella desarrolla entonces el proyecto Cataire y se trae de Canadá esta planta repelente de zancudos (también conocida como hierba gatera), que plantó en Burundi para luchar contra la malaria y permitir a los agricultores vender sus cosechas. Una cosa lleva a la otra y se da cuenta de que en su país había que cultivar y proteger a cientos de plantas silvestres. Y que algunas de ellas, entre ellas la Artemisia, también podían ser eficaces en la lucha contra la malaria. “En aquella época, mucha gente trabajaba con la Artemisia en Burundi, pero la planta no estaba muy divulgada. La Artemisia, como la hierba gatera, también es un repelente de zancudos muy bueno”.

Pero el “repelente de zancudos” no forma parte del plan nacional de lucha contra la malaria. De 2010 a 2014, Ginette tomó su bastón de peregrina. Inició una campaña nacional de sensibilización en el Ministerio de Sanidad, recorrió todo el país para promover las virtudes de estas plantas. De 2014 a 2016, empezó a fabricar productos, jabones y lociones a base de hierba gatera, hierba limón y eucalipto. Después, en 2016, dado el éxito de la iniciativa, creó una empresa social que compra las materias primas a la población local, las procesa, fabrica y vende.

Y es en 2020, diez años más tarde, que el uso de repelentes de zancudos fue incluido en la estrategia nacional del programa de lucha contra la malaria de Burundi.

La tienda de Bujumbura
Tisanas para todos

Una de las primeras Casas de la Artemisia en Burundi

Cuando Ginette comenzó su actividad, la Casa de la Artemisia aún no existía. Ella conoció a Lucile Cornet-Vernet en París durante la COP21 de 2014-2015. Las dos mujeres se unieron y Ginette participó en el colectivo que concibió los inicios de la ONG.  En Burundi, se conviertió en la abanderada de la CdA, sensibilizando a políticos, líderes religiosos y comunidades de aldeas. En 2015, creó una de las primeras Casas de la Artemisia del país, en Buyumbura, para elaborar y vender tisanas a base de Artemisia.

Casi diez años después, ella dice estar orgullosa del trabajo cumplido. “En 2010, cuando volví a Burundi, la gente no sabía nada de las tisanas en general, y menos aún de la tisana de Artemisia. La gente bebía té y café. Hoy, todas las familias del país beben tisanas, como bebida caliente, a base de plantas y conocen la Artemisia”. Ella precisa no haber estado nunca sola en esta carrera de fondo. Ha trabajado con estudiantes de medicina, emisoras de radio y cadenas de televisión nacionales, con vistas a crear una gran red en el país. También está orgullosa de haber convertido la Casa de la Artemisia de Buyumbura en una casa abierta, a la que la gente puede acudir cuando quiera para descubrir la planta y degustar la tisana.

La futura planta de transformación de Bubanza, en construcción desde enero de 2024 y financiada por el MdA
El futuro secadero al aire libre, actualmente en construcción

Hoy está creando una ecoaldea en Bubanza, en un terreno de 5 hectáreas, con una granja modelo de negocio social que podría suministrar plantas de Artemisia afra: “Nos estamos orientando hacia la agroforestería con las tres dimensiones de la visión One Health, la salud humana, animal y medioambiental. Esa es mi meta para los próximos 10 años, con un objetivo: avanzar hacia la autosuficiencia de la población, que también forma parte de la filosofía de la CdA”. Ginette concluye: “La filosofía ha pensado demasiado sobre el mundo y ahora tiene que transformarlo. Como filósofa de formación, desempeño mi papel en el mundo en que vivo”.