Jeanne Goidje, Chad : toda una vida dedicada al cuidado

Jeanne Goidje, enfermera, creó en 2017 la Casa de la Artemisia del Chad para luchar contra malaria y difundir el conocimiento de la planta en el país. A sus 70 años, la incansable «Mamá Jeanne», como la llaman las familias y los niños a los que ella cura, prosigue su misión y su vocación al lado de los más desfavorecidos.

Usted es enfermera, ¿cuál fue su trayectoria hasta el descubrimiento de la Artemisia?

Empecé como joven enfermera en el monte, capacitando a mujeres. Yo viajaba por la región de Moundou, les enseñaba cómo asistir un parto y todo lo que debían saber sobre los servicios de atención médica básica.

Después hice una formación en fisioterapia y trabajé durante 35 años como enfermera jefa de las misiones quirúrgicas en el centro de salud de Moundou creado por el Padre Michel.

Este centro acoge a jóvenes discapacitados, opera a niños y adolescentes con pies zambos, paladar hendido, quemaduras, etc. Estoy especializada en cuidados preoperatorios y en la rehabilitación postoperatoria. Estos jóvenes vienen varias semanas antes de su operación, a veces solos, a veces con sus familias, para ser preparados. Luego tienen que someterse a rehabilitación con su nuevo equipo (órtesis, bastones estilo inglés, muletas, etc.).

Se trata de una población muy vulnerable a microbios e infecciones. Teníamos muchos casos de malaria antes y después de las operaciones, con un gran número muertes.

En 2016, Patrice Bouyghes, anestesista de la asociación Maison Notre Dame de Paix France, que acudía regularmente a nuestro centro en misiones quirúrgicas, nos trajo cápsulas de Artemisia producidas por la Maison de l’Artemisia. Eso nos cambió la vida. Las dábamos preventivamente antes y después de las operaciones, y notamos un descenso significativo de los casos de malaria. A partir de ese día, sólo tenía una idea en mente: continuar mi misión como enfermera difundiendo el conocimiento de la Artemisia.

La Dra. Lucile Cornet-Vernet vino entonces a reunirse con nosotros en Chad en 2017. Hoy en día, estoy jubilada, pero sigo viniendo de vez en cuando para ayudar en el centro quirúrgico, cuando es necesario, y consagro mi vida al desarrollo de la Artemisia en mi país.

¿Cómo creó la Casa de la Artemisia en Chad y cómo funciona?

En 2017 creamos la Casa de la Artemisia nacional en torno a varios productores de Moundou, Sarh y Mongo. Los primeros días fueron difíciles porque en 2020, justo cuando empezábamos a producir la Artemisia, el Gobierno prohibió la promoción, extensión, venta y uso de la Artemisia annua. Afortunadamente, en 2023 se levantó esta prohibición y nuestros dirigentes comprendieron la necesidad de autorizar la producción, la distribución de esta planta y cuya importancia en la lucha contra la malaria.

Hoy en día, ponemos a disposición 1,5 hectáreas para el cultivo de la Artemisia en Kamgorio. Recuperamos estiércol y residuos reciclados para preparar compost para el cultivo de Artemisia. Disponemos de un secadero e instalaciones de almacenamiento, gracias al apoyo de la Maison de l’Artemisia France. Producimos, procesamos y embolsamos la tisana de Artemisia, la distribución de Artemisia annua y afra, así como la formación y sensibilización. Me ayudan muchos voluntarios, un jardinero y jóvenes que acojo en mi casa.

¿A quién se dirigen estas actividades de sensibilización y formación?

Invitamos a la gente a visitar nuestro campo de Artemisia y a descubrir nuestro trabajo. También llevamos a cabo campañas de sensibilización en diferentes barrios de Moundou, en la iglesia, en la radio, en el Día Mundial de la Malaria, con motivo de Día Mundial de las Medicinas Tradicionales, el Día de la Mujer, el 8 de marzo. Explicamos los beneficios de la Artemisia en la salud humana, contra la malaria, pero también contra las reglas dolorosas y los dolores musculares. Vendemos tisana de Artemisia en Moundou y N’Djamenah, en diversos puntos de venta y alimentación y la distribuimos en el centro de salud. Aquí todo el mundo la toma, especialmente los más afectados por la malaria: niños lactantes, discapacitados y mujeres.

También sensibilizo mucho sobre los beneficios de la planta para la salud animal y medioambiental. Doy polvo de Artemisia a mis animales (vacas, ovejas, cabras) cuando tienen diarrea, por ejemplo. También la uso como repelente de zancudos. Durante la temporada de lluvias, planto Artemisia alrededor de mi casa y la gente viene y coge plantas para plantarlas delante de sus casas. También fabrico productos derivados, jabones duros y jabones líquidos a base de Artemisia.

Los cursos de formación están dirigidos a hombres productores y mujeres productoras provenientes de diferentes provincias del distrito de Moundou, y a veces de N’Djamenah para desarrollar sus habilidades. La gente viene y aprende, in situ, cómo cultivar la Artemisia annua y Artemisia afra, cómo hacer viveros, cómo trasplantar la planta y luego ponerla en sus jardines, y cómo llevar a cabo las distintas etapas del compostaje.

¿Cuál es esa fuerza motriz que la mantiene tan activa?

Yo soy feliz porque ahora todo el mundo conoce esta planta en la provincia y en gran parte del país. En la calle, la gente me llama Madame Artemisia. Lo que me motiva, me apoya y me da la fuerza para seguir adelante, son los testimonios que me cuenta la gente.

Cuando hay jóvenes, niños, familias que vienen y me dicen que ya no tienen malaria desde que toman Artemisia, que sus animales ya no están enfermos desde que les dan Artemisia, que ya no hay zancudos delante de sus casas desde que la plantaron, soy feliz. Tengo la sensación de que he cumplido mi misión en la Tierra.